martes, 9 de noviembre de 2010

El Maridaje

JUEVES 4 DE NOVIEMBRE DE 2010

El Maridaje



¿Qué vamos a beber cuando comemos …?

El diccionario de la Lengua de la Real Academia Española responde con dos entradas a la palabra: Maridaje.
La primera lo define como: enlace, unión y conformidad entre casados; y la segunda como: unión, analogía o conformidad con que algunas cosas se enlazan o corresponden entre sí.
Esta última entrada es la que define mejor el maridaje entre la comida que vamos a ingerir y la bebida que tomaremos para acompañarla.

En nuestras latitudes es tradicional acompañar con vino una buena comida, costumbre que ha sido adoptada en casi todas las partes del mundo.
Dejando de lado a los abstemios, a los aguadores empedernidos y a los cerveceros consagrados, delante de la perspectiva de una buena comida, nos preguntamos: ¿Qué vamos a beber?


Si decidimos que será el vino el compañero ideal para nuestra bien merecida y apetitosa comida, se nos presenta con toda seguridad, la segunda pregunta: ¿Qué tipo de vino será el mejor?
¿Blanco, clarete, rosado o tinto?
¡Buen dilema!
Tras largos años de investigaciones y ensayos, y déjenme añadir, y algunas melopeas inducidas por mezclas y volúmenes desproporcionados, la respuesta es sencilla: El que les apetezca será el mejor.

Sin embargo y para no despreciar tan arduos trabajos realizados en las más prestigiosas universidades e instituciones de todo el mundo, me atrevo a resumir los consejos al respecto.
Los vinos blancos en general son ácidos y acompañan bien: pescados, sopas, hortalizas, entrantes y entremeses. Sobre todo siempre fríos no helados.



Los vinos claretes o rosados se pueden tomar con arroces y pizzas. Con pimientos rellenos o con huevos rellenos, el enlace hay que saborearlo.
Los vinos tintos son los más conocidos y reconocidos para todo tipo de carnes, embutidos y sin olvidar al queso, son el mejor acompañante. Es preferible beberlos a temperatura ambiente, el frio puede esconder todos sus matices y si es necesario hay que decantarlos, los posos no son agradables en pleno disfrute.

Como la excepción marca la regla no todo acaba aquí. Hay unas pocas cuestiones que cabe matizar sobre la elección de un buen vino que el mejor enlace a unas comidas muy determinadas.
Si vamos a comer un bonito del Norte o incluso un bacalao en sus distintas y apetitosas formulas, un tinto joven puede sustituir muy dignamente a nuestro sufrido vino blanco, encasillado en todos los mares y sus productos.

En el caso de los quesos, sin lugar a duda el vino tinto es el rey, pero si el queso es del tipo brie o camembert e incluso gruyer o emmental, el vino blanco es un candidato muy digno. Sin dejar de lado los quesos ácidos y los azules, donde los vinos blancos dulces abren nuevas perspectivas de sabores.


No puedo dejar de comentar un producto de muy difícil maridaje con algún tipo de vino o debo decir imposible, se trata de las alcachofas. Esta genuina hortaliza ha cuestionado a los más prestigiosos profesionales en el mundo de la cocina y del vino de capaz conjugar un sabor tan especial. 

Con tanto vino y su enlace perfecto, olvidamos los cavas, que se relegan a los postres o a meros acompañantes de dulces, pastas y pasteles. No obstante los podemos utilizar como comodines en nuestra mesa. Sus diferentes tipos y presentaciones nos pueden dar mucho juego y sacar de algún apuro, que sin duda alguna será insignificante si en la mesa estamos bien acompañados.

J.Riesling

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